Rubén Magnano, técnico de la Selección Argentina campeón olímpica, pasó por 3X3 Radio y habló de todo. El Coordinador de Selecciones en Uruguay analizó el presente de la competencia local en el país vecino, la utilidad de la Liga de Desarrollo, y, sobre todo la necesidad de federar el básquet charrúa, tal como lo hiciera León Najnudel con nuestra Liga Nacional en la previa de su existencia.
El medallista de Atenas 2004 además, se refirió al futuro de su carrera. En caso de finalizar su contrato con la Confederación Uruguaya, no cierra las puertas para volver a dirigir un equipo profesional, de la misma manera que tampoco lo hace con la nueva dirigencia de la CABB.
Mirá la nota completa con Rubén Magnano:
Su presente en la Federación de Uruguay como Coordinador de Selecciones:
“Estamos con un proyecto interesante en la federación uruguaya. En lo personal estoy muy dedicado a eso, estudiando mucho que hace años que no toco las divisiones formativas. Estoy leyendo material inherente a esto, vamos a llamarle comisiones dentro de la federación, que se dedican a estos puntos y yo en medida que puedo paso mi experiencia, ahondando en la parte conceptual. Buscando, que no es nada sencillo, la idea y filosofía que queremos hacia futuro. Siempre apuntando a ir hacia adelante”.
La actualidad del básquetbol uruguayo:
“Son como medio primos hermanos del básquetbol argentino, ven mucho su forma de jugar, que es bastante parecida. Con una liga que curiosamente tiene mucha aceptación de la gente. Es cierto que precisan mejorías, sobre todo en la infraestructura, necesitamos que la gente acuda y se sienta cómoda para ver un espectáculo. Alguna vez pasó acá, se tomaron medidas y dentro de todo se mejoró, no es lo óptimo pero se puede brindar. Uruguay tiene que mejorar eso, sin lugar a duda. Hay que seguir trabajando coherentemente, por eso este proyecto de federalizar el básquet uruguayo y recuperar las provincias. Eso también es un punto que nosotros tratamos de atacar con gente comprometida en recuperar lo que alguna vez fue el básquet en el interior de Uruguay. Eso se tiene que lograr en un país como Uruguay”.
“El estamento del básquet necesita una vidriera donde se vean reflejados y miren la estructura para abajo, donde un niño o un joven apunte a llegar al primer equipo. Un chico no se tiene por qué ir a jugar a Montevideo si tiene un club en su ciudad. Hay un hecho folclórico romántico también pero para mí es muy interesante lograr eso”.
El básquet formativo en Uruguay:
“Todos estos puntos del básquetbol diseminados a lo largo y ancho del país hace potencialmente a crear focos de buen básquet. A veces absorben chicos, por ejemplo que un chico de Santa Cruz vaya a jugar a Instituto de Córdoba, pero hay que ver qué tipo de propuesta hay. Ojo con la elección que hagas, le recomendaría a un chico con esa oportunidad. Le diría ‘fijate cuál es el proyecto del club’, no es ir por ir. A veces son conducidos a lugares en los que no prosperan porque hay variables que no se dan cuenta y les venden algo que no va a suceder. Muchas instituciones, inteligentemente, dan permiso a sus jugadores para ir a otros clubes a seguir desarrollándose, porque en su club no tienen el lugar para seguir haciéndolo. Esas también son acciones inteligentes. Este ir y venir se perdió un poco, ese hecho romántico de decir que nace en el club y va a morir en el club. Marcelo Milanesio hay pocos, no existen ya y es lógico también”.
Su opinión acerca de la Liga de Desarrollo:
“Las partes se tienen que sentar y exponer para hacer un diagnóstico de lo que pasa y ha pasado. Van de visitantes y a veces juegan con siete chicos, como locura tal vez ocho porque varios están en el equipo de Liga Nacional. Chicos que viajan cuatro, cinco o seis días y no entrenan. Me parece que hay que hacer una evaluación muy inteligente y tiene que ver con el hecho deportivo, no político, no económico porque no creo que sea rentable, pero sí deportivo. Qué te da y qué te quita, y mi pregunta es: el hecho federativo, ¿no le da los elementos para que el chico siga creciendo? Eso nos va a permitir crear y trabajar en un programa de trabajo sobre la periodización, entrenamientos, juegos y descansos. Hay chicos que jugaron 90 o 100 juegos en un año y es hasta una tontería, porque el reposo, el descanso, es tan importante como el juego y la práctica. ¿Estamos respetando esa periodización? ¿No? Buenos, veamos cómo hacerlo. La LDD le ha quitado cierto protagonismo, influencia, a las asociaciones. Les ha quitado una imagen deportiva importante y estoy convencido que a veces el mejor club para un chico es el que está cerca de su casa, y lo vemos. En los últimos años los clubes del interior han dado, en cuanto a resultado y proyección, mejores resultados que los de capital, y eso es porque los chicos tienen a disposición el club, no hay ningún misterio. Esta Liga de Desarrollo es valuable pero las organizaciones no absorben las necesidades que tiene un chico”.
La llegada de jugadores uruguayos jóvenes a la Liga Nacional:
“Cualquier joven que no juega en su equipo se ve tentado a ir a otro para hacerlo, nadie te garantiza minutos, pero la decisión de Emiliano Serres (Obras) y Joaquín Rodríguez (Estudiantes de Concordia) era porque no tenían chances de jugar en sus equipos. Curiosamente ellos vienen a Argentina y tienen un protagonismo importante de minutos, no de puntos pero sí de minutos, en la primera liga argentina, no es poca cosa. Incluso tomando responsabilidades importantes en la A, no hay mucha vuelta para darle. Seguramente hay una respuesta al porqué de su partida hacia Argentina, pero no soy yo quien puede responder porque no los tuve”.
Su día a día durante la cuarentena:
“Investigo el Método CABB, que está muy bien analizarlo, también el trabajo español, el de Italia. Sigo el trabajo de entrenadores argentinos dedicados a la formativa en el país como Ricardo Bojanich, el Colorado Díaz Vélez, gente de muchísima confianza a los que recurro bastante porque están en el día a día de las formativas y discuto mucho en paralelo intentado colaborar para ver qué podría ser más productivo. Un poco hago eso, leo todo el material que me llega, me despierto con curiosidad, dibujo en un pizarrón que tengo acá al lado… la cuarentena me está pegando duro (risas)”.
Cómo vive el hecho de no ser entrenador:
“Pocas veces en mi vida me tocó caer a media temporada, dentro de todo estuve siempre en el armado de un equipo. Son decisiones consensuadas porque a partir de ahí te empezás a hacer cargo de lo que pueda llegar en el futuro. Esto que me toca vivir ahora es un momento curioso, de vivencias especiales. Me tengo que controlar bastante porque yo estoy en la tribuna, ya no estoy en el campo de juego participando. Tengo una relación fluida con los entrenadores de las distintas selecciones, hablamos del programa pero no estoy para tomar decisiones y a veces eso pesa. Mi tiempo de contrato es una temporada, un año nada más, para ver si me siento productivo. Si sé que ayudo y dejo algo continuaré, siempre y cuando la federación evalué y crea que soy conveniente. Si veo que no encajo, o no me siento bien, o no estoy bien, seguramente doy un paso al costado y que sigan sin mí. El plan es quinquenal, apunta a cinco años. Respecto al hecho formativo, lo que estoy haciendo ahora está muy ligado, por eso mencioné la importancia de la conexión con la escuela nacional de entrenadores. Son todos pequeños ítems que creo que nos van a permitir crecer para alcanzar la masificación del básquet en Uruguay. Una es la federalización para recuperar las provincias. Uno no se olvida de dónde sale, yo tengo muy presente y vivo muy cerca de la canchita de mini básquet del colegio donde empecé y me gustó mucho trabajar con formativas”.
“Por estas sensaciones que tengo que manejar creo que no estás nunca fuera del rectángulo de juego, el problema es que no podés hacer catarsis con nadie desde mi posición. Tenés un plateísta de un lado y un plateísta del otro, entonces con quién lo hago, con nadie. La procesión va por dentro y es complicado. Cuando estás adentro te la agarrás con el árbitro o con el que sea, acá no podés canalizar nada. Algo que he aprendido a morderme la lengua es el famoso ‘Nunca digas nunca’, que está muy presente”.
Su visión acerca de nuevos desafíos:
“Antes había que conjugar dos o tres cosas, ahora son cinco o seis y la primordial es mi energía. Sentirme que estoy con la energía como para poder encarar lo que quiero encarar, si no me parece que estoy faltando el respeto. Hoy estoy bien, el trabajo este es mucho a distancia, me permite estar un tiempo importante en casa con cosas familiares que me pasaron, soy abuelo, y estoy felizmente en casa. Eso me llenó un espacio, fue un hecho que me llevó a tomar ciertas decisiones y esto me permite estar en ese aspecto, manejar mucho mi tiempo y darle lugar a cosas que tuve negadas por muchos años”.
El cambio de mando en la CABB y la posibilidad de trabajar en conjunto:
“Creo que este famoso ‘Nunca digas nunca’ involucra una gran cantidad de situaciones. Las instituciones, en este caso la CABB, están por encima de los nombres. Es lo mismo que lo que le digo a los jugadores, la selección está por encima de los jugadores y vale para lo que puede llegar a haber en el futuro”.