Un día como hoy, en 1977, nacía en Río Tercero una de las mayores figuras que dio el básquet argentino: Pablo Prigioni. El cordobés, que inició su camino profesional en Belgrano de San Nicolás, es considerado uno de los mejores bases que pasó por la Selección Nacional, con la que obtuvo la medalla de bronce en Beijing 2008.

Debutó con la celeste y blanca en el año 2003, en el Sudamericano disputado en Montevideo. A partir de ahí escribiría una de las mejores historias con la camiseta nacional. Pablo contabilizó un total de 85 encuentros y 651 puntos, pero una de las armas fundamentales que más lo caracterizó a lo largo de su carrera, fue el pick and roll, estrategia que llevaba adelante con, nada más y nada menos, que Luis Scola. En cuanto a sus palmarés, fue campeón del Sudamericano en el 2004, obtuvo el segundo puesto en el Torneo FIBA América de las Vegas en el 2007, medalla de bronce en Beijing 2008 y campeón en el Panamericano de Mar del Plata en el 2011.

En cuanto a su carrera profesional, dio sus primeros pasos en Belgrano de San Nicolás, luego pasó a Obras Sanitarias, donde fue premiado como el jugador de mayor progreso. Fue justamente en el tachero donde se plantó como un base, y no como escolta, posición que había ocupado en varias oportunidades, por pedido de su entrenador. En 1999, el cordobés dio el gran salto al viejo continente, donde defendió los colores del Fuenlabrada hasta el 2001. En su extensa carrera tuvo paso por el Alicante, TAU Cerámica, Real Madrid y el Baskonia. En este último fue parte del quinteto ideal historico votado por sus hinchas en el año 2020 (donde comparte equipo con Andrés Nocioni y Luis Scola).

A la edad de 35 años le llegó la propuesta para alcanzar la NBA, de esta manera el cordobés volvió a cruzar el charco para jugar la mejor liga del mundo, siendo el “rookie más grande de la historia”. Allí se unió a los New York Knicks, equipo que sería su hogar durante tres años. Pablo fue una bocanada de aire fresco para los hinchas, que durante muchos años sufrieron el malestar de su equipo. En la primera temporada, ganaron 54 victorias en la fase regular, logrando la clasificación a Playoffs, donde derrotaron a Boston Celtics (4-2), pero cayeron ante Indiana Pacers (2-4). Un 7 de mayo de 2013 el Madison Square Garden coreó el nombre del base tras una destacada actuación en ambos sectores de la cancha. Pablo Prigioni había alcanzado uno de los máximos puntos de su carrera a lo 35 años.

Su camino en la NBA continuó con paso por los Houston Rockets y Los Angeles Clippers, en este último disputó 59 partidos, con una media de 2.5 puntos por partido, 2.2 asistencias. Decidió volver a Europa, donde visitó una vez más la camiseta del Baskonia, uno de sus grandes amores. Iniciaba el 2017 cuando tiró la bomba. Mediante una carta abierta, Pablo Prigioni anunció su retiro de la actividad profesional. Sonó extraño para todos, menos para él mismo. Ya no tenía las mismas ganas, y si no estaba 100% metido y comprometido con la camiseta de sus; prefería el retiro.

Tras un breve tiempo, Pablo demostró que el deporte que uno ama, muchas veces no se aleja después del retiro, y así fue para el cordobés. Siempre ligado a la azulgrana que tanto significó para él, volvió a pisar el parquet, pero esta vez para quedarse en el banco de suplentes, donde daría indicaciones al equipo. Sin embargo, no todo sería color de rosas en este nuevo inicio, tras un 0-3 en Euroliga, y un 2-3 en la Liga Endesa, Pablo decidió dar un paso al costado. “No voy a ser el que perjudique al equipo”. Nadie pudo hacerlo cambiar de opinión, ni los mismos jugadores que fueron hasta su casa a pedirle que se quedara.

Pero tal como lo hizo con su carrera como basquetbolista profesional, pablo no aflojó la marcha, y fue por un objetivo aún mayor: La NBA. En su primer paso en el regreso a los Estados Unidos, fue parte del cuerpo técnico en Brooklyn Nets, equipo con el que alcanzó los playoffs, algo que no lograban desde el 2015. Tras dejar una buena imagen en el equipo, decidió seguir progresando en su carrera, y se trasladó a Minnesota Timberwolves, donde es actualmente el asistente ofensivo de Ryan Saunders, el entrenador más joven de toda la NBA.

Carismático, inteligente, con una visión de juego que hemos visto en pocos jugadores, Pablo Prigioni habla del básquet como si hablara de su primer amor. Dueño de un estilo único, supo ser la mente brillante que armaba el juego para sus compañeros. Dio gusto verlo en las canchas, arañando el balón que terminaba en asistencia, a pesar de tener la capacidad suficiente para jugar un uno contra uno y embocar, porque para él, el más importante siempre fue el otro. Prigioni fue eso: entrega total por la camiseta y por sus compañeros de equipo.

Felices 43, Pablo. Gracias por tanto. Si todavía te quedan dudas del amor de Pablo por el básquet, te dejamos comprobarlo por vos mismo.