En el programa del miércoles en 3×3 Radio hablamos con Leo Soria, un jugador de básquet adaptado en silla de ruedas, que nos contó sus problemas para seguir practicando el deporte por la dificultad en conseguir una silla especial, que actualmente sale más de un millón de pesos. El jugador nos contó sobre el deporte, su club, la posición en la que se especializa y las necesidades que está teniendo.

Después de publicar su situación vía Twitter, el mundo del básquet argentino se movilizó, como ya nos tiene acostumbrados, para ayudar a este jugador que quiere seguir practicando su pasión. Desde la Asociación de Jugadores hasta el entrenador de la Selección Argentina le enviaron mensajes para poder ayudarlo.

Conocé la historia de Leo Soria:

«Hace 16 años que juego al básquet, jugué en San Fernando, ahora estoy en una asociación, y necesito la silla para seguir. Como un jugador profesional cambia su calzado, yo cambio la silla, porque se va deteriorando, uno pierde o gana peso. Necesito una silla importada, ayer pedí un presupuesto de una ortopedia, pero bueno, es saladito el número, y como no tengo trabajo, el deporte adaptado es amateur, por amor al deporte. Estoy necesitando de esa silla para poder jugar.

A nosotros nos dan una ayuda en el equipo, pero de eso no se vive, estoy en la dulce espera, como se dice, de alguien que me pueda dar una mano para seguir entrenando para cuando todo esto pase.

Esto es un deporte a pulmón, que hay que golpear puertas por todos lados y no rendirse, porque es la única manera de salir y ser escuchado. Si en una de esas puertas te dan una mano.

Yo como dije cuando hablé con leo por privado que no quiero plata, no necesito plata, lo que quiero es si me pueden dar una mano con la silla, no necesito dinero, prefiero tener esa silla, no sé como se puede hacer. La plata la necesito para comprarla, pero si alguien puede facilitar a la silla, mejor. Lleva tiempo el envío, es algo que tarda en hacerse, más el envío.

Esto va a avanzando, hay sillas de aluminio o titanio, son todos materiales importados, muy pocas fábricas en el país trabajan con esos materiales, por eso necesitan ser importadas. Son ultra ligeras, hay un montón de gamas para jugar, el deporte adaptado es cada vez más dinámico y uno intenta mejorar en rodados, en sillas, es todo un tema. Y lo que complica es que es todo importado.

La sillas son a medida de cada uno, te toman las medidas exactas para que te sientas cómodo, porque casi siempre las que brindan las obras sociales son las estándar, que se usan en hospitales, que vienen en una sola medida.

Yo en el equipo que estoy ahora es un equipo de primera división, hay equipos de todas las partes del país, este año empezábamos en abril y se suspendió todo, pero tenemos la esperanza de volver a jugar. Por ahora seguimos entrenando en casa, a la espera de novedades para volver a las canchas. 

Yo pienso que todo lo que sea inclusión para mi está bueno, porque también te digo que he conocido gente que nunca había ido a ver un partido en silla de ruedas y cuando lo hicieron no lo podían creer. Nos damos, nos caemos y la gente se agarra la cabeza, es un deporte de mucho roce, tanto en el masculino como el femenino, en el equipo donde estoy también hay femenino. Es un juego de mucha adrenalina, y por eso me apasiona, es un deporte que te da más ganas de vivir. El deporte me sacó de estar en casa, con el deporte que hago me llena, que me vaya a ver mi hijo, que mi pareja pueda verme jugar y se queden asombrados, todo eso lo hizo el deporte al pasar los años.»