El 2020 quedará en la historia como un año vestido de negro por el maldito virus y su pandemia. Lamentablemente no sólo se recordará por las vidas humanas perdidas (lo más importante), sino también por el desastre socio-económico generado. El cese de actividades, con lo que eso implica. El cierre de fábricas, desempleo, etc, etc.

Nuestra actividad, el básquetbol, no fue la excepción. Y si bien en el marco de esta crisis a nivel mundial parece una cosa insignificante, para los que vivimos junto a este deporte, no lo es.

Desde marzo, y por obvias razones, la Liga Nacional en todas sus categorías se detuvo.
Desde marzo los clubes están cerrados (por suerte algunos empezaron a abrir sectores al aire libre), y sus empleados, en muchos casos, sin cobrar. Lo mismo que los árbitros, técnicos, jugadores, comisionados, gente de seguridad, periodistas, y demás.

La dirigencia de la Liga Nacional y la de la Confederación Argentina pusieron primera. Empezaron a gestionar para el retorno a los entrenamientos de los equipos para este fin mes o el principio del que viene.

Las sedes ya están. Ambas burbujas serán en Córdoba. Capital por un lado, Villa Carlos Paz por otro. Hubo una gran gestión de Juan Manuel Cavagliato, máximo directivo de Instituto. Se consiguieron los permisos Municipales y del Gobierno de Córdoba para poder llevar a cabo las burbujas Sur y Norte de nuestra Liga, más la burbuja de la ventana FIBA de noviembre de la Selección Argentina.

Todo esto bajo un estricto protocolo sanitario elaborado por Diego Grippo, Médico a cargo del comité de Crisis.

Todo está dado para la vuelta de la Liga, por lo menos a los entrenamientos. Ahora la pelota está en manos de Matías Lammens , Ministro de Deporte y Turismo de la Nación. Dependemos de su autorización oficial para la vuelta.

Esperemos que su respuesta sea una asistencia y no una pelota perdida. El básquetbol y sus trabajadores, necesitamos volver.

Por Fabián Pérez