El jugador que inició su carrera en los Timberwolves, equipo con el cual alcanzó el premio al MVP de la temporada 2003/04, tiene en su haber el hecho de ser el basquetbolista que más le costó a una franquicia para poder hacerse de sus servicios: siete atletas para poder llegar al equipo de Boston.



Estamos acostumbrados a ver que los equipos ofrecen varios jugadores a cambio de uno para compensar los espacios salariales que manejan. Sin embargo, ninguno valió tanto como Kevin Garnett, que a los Celtics les representó el hecho de tener que desprenderse de cinco hombres de su plantel más dos elecciones de draft y dinero, siendo este el trade que más jugadores tuvieron que emigrar para que solo uno ocupe su lugar.

Este intercambio se dio a fines de julio, más precisamente el 31, de 2007, cuando la franquicia de Massachusetts oficializó la contratación de un jugador clave para la posterior obtención del título luego de una negociación que había iniciado antes del draft. A cambio de él hubo un desfile de deportistas con el rumbo fijado en Minnesota: Al Jefferson, Ryan Gomes, Gerald Green, Sebastian Telfair y Theo Ratliff. A ellos se les sumaron el pick de primera ronda del draft de 2009 de los Celtics y la devolución de una elección de ese mismo evento que había ido a Boston en 2006.

De esta manera, sumado a Ray Allen que había arribado al equipo unos días antes, los Celtics confirmaban la creación de un nuevo big-three que los pondría nuevamente en los primeros planos. Esto llevó mucha expectativa a los seguidores del equipo, que llevaban más de dos décadas, desde 1986, sin poder levantar el Larry O´Brien desde que Bird, Parish y McHale lideraban a Boston.

«Esta es probablemente la mejor oportunidad para poder ganar un anillo, no había mucho que pensar«, fueron las primeras palabras de Garnett una vez que se había confirmado su traspaso. Además, su nuevo compañero Paul Pierce también tuvo algunas palabras al respecto: «Es un gran día, me siento como un rookie otra vez«. La llegada de un jugador de sus características hacía que hasta sus futuros colegas estuvieran emocionados también.

Tras haber terminado con un récord de 24-58 en la temporada anterior, el segundo peor de la liga, los Celtics tenían claro que era necesario rodear de mejor manera a su estrella, Paul Pierce. A la aparición de un gran tirador como Allen se sumó Garnett, el cual les daría una gran mejora en la defensa, que tantos dolores de cabeza les había causado a los de Doc Rivers.

Todo lo que lograron después es de los más conocido. Los Celtics pudieron aprovechar al máximo su nuevo big-three y desde el primer minuto demostraron que la historia iba a ser muy diferente. Con 66 triunfos y solo 16 derrotas se convirtieron en el equipo que más triunfos consiguió de un año a otro, lo que les permitió también quedarse con el primer puesto del Este.

Por su parte, Garnett demostró todo lo dominante que podía ser en un equipo competitivo: fue elegido mejor defensor de la temporada por primera vez en su carrera y, además, era la primera vez que un Celtic ganaba ese galardón, siendo el único que le faltaba cosechar a esa franquicia. Para el All-Star Game, el pívot obtuvo casi dos millones y medio de votos, liderando a la liga, pero por un dolor abdominal no pudo presentarse y fue reemplazado por Rasheed Wallace.

Ya en la postemporada, los de Boston tuvieron que sufrir de más ante Atlanta y Cleveland en séptimos juegos para alcanzar las finales de su conferencia. En esa instancia pudieron eliminar a los Pistons por 4-2 y posteriormente, en las Finales, se dieron el lujo de vencer a los Lakers por el mismo resultado, con un gran doble-doble de 26 puntos y 14 rebotes para ganar 131 a 92 el último partido, uno de los triunfos más holgados en la historia de las finales de la liga.

Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo