Facundo Campazzo empezó a escribir su columna en el Diario La Nación y en UcUWeb intentamos transcribir lo más importante. En esta oportunidad habla sobre los cuidados y protocolos ante el Covid-19, su vida en Denver, su adaptación basquetbolística y el juego de los Nuggets en la NBA.

Estoy en mi casa. En un rato tengo que ir hasta el campo de entrenamiento para hisoparme… Y cuando me detengo a pensar en todo lo que estoy viviendo, honestamente me parece increíble. Es especial por donde se lo mire. Aunque también es todo mucho más tranquilo de lo que uno se puede imaginar. Porque estamos en una pandemia, está todo controlado. No podés salir de los hoteles cuando estás de visitante. Acá, aunque juguemos de local, no nos dejan ir a comer a restaurantes, ni ir a un museo, a un shopping… Cualquier actividad que sea adentro de un establecimiento, no la podemos hacer

Cuando estamos en los partidos es prácticamente igual. Cuando fueron Consu y Sara a verme a Orlando, no pude acercarme a ellas, no las pude abrazar ni besar. Si bien ellas viven conmigo, habían estado en Miami visitando a mi familia y estuvieron en contacto con otras personas que no se testean todos los días. Por eso no me permitían acercarme a ellas. Todas estas cosas ponen en otro lugar las expectativas que tenía sin esta pandemia.

Pero tengo claro cómo es toda la vida NBA, por las veces que paré la oreja cuando Manu [Ginóbili], Luis [Scola], Chapu [Nocioni] y Pablo [Prigioni] contaban de qué se trataba. La estoy viviendo un poco diferente, aunque les cuento que ahora, de a poco, se van relajando algunas cosas. Van apareciendo las vacunas, ya nos preguntaron quiénes nos queremos vacunar y nos recomendaron hacerlo. No es obligatorio, pero sí nos sugieren que lo hagamos. Podés tener más beneficios, salir a comer, ir a diferentes lugares y hasta dejás de hacerte tantos testeos. Hoy nos testean todos los días dos veces. Desde que llegué acá no estuve ni un día sin testearme…

Pero más allá de estas cosas, es sinceramente increíble todo lo que hay acá. Hace unas semanas les comenté que a la mañana suelo tomar un vaso de jugo de remolachas antes de la práctica y pregunté si eso era posible. Les aclaré que no quería generar un problema con eso, cuando terminé de decirlo se me acercó el preparador físico y me dijo: “Facu, esto es la NBA”. A partir de ese día, todos los días a la mañana está mi vaso de jugo de remolacha. 

Están en todos los detalles. Te consultan todo, cómo te alimentás, las horas de sueño, cómo te entrenás por fuera del equipo… Cada mañana cuando llegamos al entrenamiento hay una tablet con un montón de fotitos, entonces, vos apretás sobre la tuya y tenés que llenar un formulario en el que te preguntan: cómo estás de cansancio, de fatiga, cómo estás de humor ese día y si hiciste recuperación. Ellos toman esos datos y trabajan sobre eso. Me respetan la alimentación, todo lo que hago. La franquicia me ayuda mucho en todo sentido.

La vida en Denver también es un mundo nuevo para los tres. El idioma es el tema central, somos caraduras y si bien sabemos hablar inglés todavía no es todo lo fluído que nos gustaría. Y la ciudad es muy bonita, es chiquita, es un estilo Murcia. Lo bueno es que de los 365 días del año hay 300 con sol. Si bien hay días que hace un frío tremendo, después sale el sol y podés andar con un buzo. 

En definitiva, mi primer año acá es de adaptación en todo sentido. Y en el juego es igual. Si bien quiero jugar o demostrar, sé a lo que vine. Cuando tomé la determinación de salir del Real Madrid y todo ese lío que hice… jajaja fue sabiendo que no debía escuchar a mi ego, porque si hacía eso me iba a quedar en Madrid. Tenía que ceder parte de mi juego. Analizar todo eso es lo que más te cuesta. Se le pone nombre a todo: hasta a un desplazamiento lateral para ayudar al pase. Si bien uno sabe eso, lo que más cuesta es aprender los nombres. Y me parece que lo mejor que aprendí en estos meses es que no hay tiempo para lamentarte por lo que salió mal o alegrarte demasiado por lo que hiciste bien. Está bueno, nunca había pasado por un desgaste físico de jugar tantos partidos seguidos.

Cada paso es para encajar en este equipo. Nosotros tenemos dos estrellas como Jamal [Murray] y Nikola [Jokic] que concentran mucho juego. En lo personal el desafío era mejorar mis movimientos sin el balón. Aunque lo hacen con todos mis compañeros, incluso, también Jamal y Jokic. Tenemos que saber hacer jugadas sin el balón para poder ofrecer la mejor opción de tomar un lanzamiento o de tener un buen corte hacia el aro. Somos muy exigentes con nuestra defensa, por momentos tenemos muy buenos juegos y en otros nos cuesta más sostener ese estilo.

Antes de venir acá leía que en la NBA se defendía menos, pero nada que ver. Está todo calculado milimétricamente, con estadísticas, porcentajes… con todo. Que no salga es otra historia, a nosotros nos dan todas las herramientas para hacerlo. No es fácil seguir muchas de esas indicaciones, porque en Europa se establecen parámetros para defender y se destina una defensa especial para el jugador más determinante del rival. Acá todos pueden hacerte daño. Me parece que mis mejores partidos fueron cuando los enfrenté por segunda vez a cada equipo. Creo que nuestra forma de jugar es dar un paso adelante en la defensa respecto del año pasado. Incluso, ahora vinieron jugadores nuevos que son muy buenos defensivamente y nos van a dar una mano muy grande [Aaron Gordon, JaVale MacGee y Gary Clark]. Y en ataque queremos un juego colectivo que sea fluido para sacarle presión a Jamal y a Jokic, para que no se desgasten tanto y tengamos más variedad ofensiva. Siento que jugamos bien cuando compartimos la pelota. Acá le dan mucha importancia al tiro desde la esquina, con el que me estoy tratando de familiarizar. Si tenés un tiro a pie firme y tenés un segundo, no hay que dudar, hay que sacudirle. Y si errás, no pasa nada, en el ataque siguiente, si te queda, dale otra vez: tirale. Cuando somos obedientes en defensa y tenemos variantes ofensivas, es nuestra mejor versión.

Antes de cerrar, quiero agradecerles a todos por acompañarmeNo termino de tomar dimensión de que ese argentino que está jugando en la NBA soy yo. Eso como que alguien más está en la NBA. Yo sabía que llegaba a un equipo con estrellas y en un rol secundario. Por eso no consumo tanto ni lo bueno ni lo malo. Sé que hay gente que me sigue, mi familia me cuenta mucho de cómo está todo por allá, me cuentan que se quedan hasta las 2 de mañana para ver los partidos de Denver. Hace dos años que no voy para allá. Cuando vuelva para visitar a la familia, quizás me pueda dar más cuenta de todo. Es increíble lo que me cuentan. Desde acá sólo intento jugar con mi estilo, ser el de siempre. Y disfruto mucho todo lo que me está pasando.