La noche del miércoles en la NBA tuvo una nueva expulsión para Draymond Green, la cuarta en la temporada, en un juego importante para los Golden State Warriors. El equipo de San Francisco está al borde del abismo en la tabla de posiciones. Con un récord de 38 victorias y 34 derrotas, están décimos; siendo los últimos clasificados al play in de la NBA. Quizás lo inesperado fue el gran momento de Houston Rockets, que ya suma diez triunfos de manera consecutiva, preocupando a más de uno en la conferencia Oeste. En ese contexto, cada partido cuenta en este momento de la temporada, y ayer pareció ser un punto de quiebre para la vida en el equipo que conduce técnicamente Steve Kerr.
Apenas tres minutos habían pasado desde el salto inicial cuando el número 23 de los Warriors se quejó de una falta que le habían pitado a su equipo contra Paolo Banchero. Lo llamativo es que ni siquiera fue al propio jugador, sino de Andrew Wiggins. La intensidad del reclamo y lo insistente hicieron que cayera la primera falta técnica. Lejos de calmarlo, empeoró la situación. Unos segundos después pitaron la segunda, obligando a Green a dirigirse hacia los vestuarios, con muchísimo partido por delante.
La reacción del Chef
Lo que terminó llamando la atención fue la reacción de Stephen Curry, que había intentado mediar entre el jugador y los árbitros, pero sin ningún tipo de éxito. Las cámaras lo siguieron después de la expulsión, y mostraron sus lágrimas, que intentó ocultar tapando su rostro con la camiseta. El entrenador trató de consolarlo, pero con poco éxito. Fue una clara imagen de que algo parece haberse quebrado en la dinámica del equipo.
El perimetral terminó siendo la máxima figura en el partido que terminaron ganando los Warriors. Su tarea en el cierre fue fundamental, con un par de conversiones que terminaron sentenciando el 101 a 93. Steph terminó completando su planilla con Anotó 17 puntos (6 de 18 en tiros de campo) y 10 asistencias.
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