Leandro Bolmaro se presentó voluntariamente al próximo Draft. ¿Hizo la elección correcta? ¿Cuáles son sus chances de entrar en la primera ronda y asegurarse un contrato garantizado?

Hay toda una historia que tenés que conocer.

“El Draft y el número de elección es una referencia y nada más. Yo fui 25 y Ginóbili 57 y eso te dice todo”, sentenció Carlos Delfino hace pocos días en una entrevista que le realizaron en 3×3 Radio.
El santafesino, que fue elegido con el número 25 por Detroit Pistons en el Draft 2003, fue uno de los dos únicos argentinos “early entrance”. El otro fue Juan Pablo Vaulet, seleccionado con el número 39 por Charlotte Hornets en el 2015 pero esa misma noche de la ceremonia transferido a Brooklyn Nets por un monto que se supone fue de 800.000 dólares. Sorpresa.
“Early entrance” significa postularse anticipadamente al Draft. En el caso de los jugadores universitarios sin haber finalizado la graduación académica de cuatro años y en de los extranjeros no formados en universidades estadounidenses hacerlo antes de tener o cumplir 22 años en el mismo año del Draft, siempre entre el 18 y 27 de junio.
Esta postulación voluntaria puede declinarse hasta 10 días antes de la fecha del Draft: los universitarios pueden regresar a su college y continuar con los cursos y los extranjeros seguir en sus equipos de la órbita FIBA.
La elección de los jugadores en primera o segunda ronda los inclina a aceptar que el equipo que los selecciona se guardará sus derechos de por vida para la NBA y podrá hacer uso de los mismos en los canjes que se les ocurra.
Un ejemplo “argentino” es Marcelo Nicola, elegido por Houston Rockets con el N° 50, en 1993, pero luego negociado a Portland Trail Blazers, el 14 de febrero de 1995 junto con Othis Thorpe a Portland a cambio de una primera ronda del 95, Clyde Drexler y Tracy Murray.
Es decir, Nicola (todavía en el Taugrés Vitoria) entró sin saberlo en un canje clave para que Houston se hiciera con su segundo campeonato y Drexler del primero, que era lo que tanto buscaba, en la barrida 4-0 frente a Orlando Magic. Thorpe no tuvo su anillo, Nicola tampoco, entre otras cosas porque nunca pasó por la NBA salvo testimonialmente en un par de entrenamientos que realizó en Houston.
La otra diferencia entre la primera y la segunda ronda es el dinero garantizado. La primera tiene una escala de contrato a pagar de menor a mayor durante tres años según el número de elección que va en relación al tope salarial anual (esto es así desde 1995). Pero en la segunda ronda no hay ni un dólar garantizado, aunque como se dijo los derechos pertenecerán al equipo que eligió al jugador.
Carlos Delfino, el más joven de los argentinos en entrar al Draft (20 años y 10 meses) y debutar en la NBA (22 años y 65 días), cuando fue elegido por Detroit se aseguró un contrato de 722.700 dólares (menos impuestos). Igual, antes de incorporarse a Detroit, siguió una temporada en la Skipper Fortitudo Bologna, fue subcampeón de Europa y medalla de dorada con el seleccionado de Argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
El “early entrance” funciona también para algunos jugadores como una vidriera para hacerse conocer. Tal es el caso de Matías Bortolín, quien utilizó un par de años esa vidriera y siempre retiró su candidatura porque, de alguna forma, sabía que sus chances no entraban en ninguna predicción.
No sería el caso de Leo Bolmaro, desde Barcelona, equipo en el que tuvo oportunidades de mostrarse –y lo hizo con repercusión- hasta que la plantilla catalana recuperó a sus jugadores titulares y el cordobés volvió a una categoría de formación en la estructura del equipo.
También lo dijo Delfino en la misma entrevista: “Jugás un partido bien y en las predicciones de Draft te suben tres puestos, jugás uno mal y te bajan cuatro”. Al fin son especulaciones y distintas miradas según el que las haga y arme esas listas, muchas veces manipuladas por los representantes de los jugadores.
El próximo Draft carecerá de grandes talentos, ni pensar en uno parecido como el del 2003, en donde Delfino se mezcló con LeBron James, Chris Bosh, Carmelo Anthony y Dwyane Wade, por citar a algunos.
De hecho, las futuras probables estrellas surgieron de los high school (17/18 años) y ya fueron distribuidas en algunos equipos de G-League para formarse y luego figurar en el Draft 2021.
Por tanto, es probable que Bolmaro encuentre un hueco. Ahora, ¿en qué puesto, en qué ronda? Vamos a leer de acá al 25 de junio próximo cualquier cantidad de especulaciones. Eso, especulaciones.
Los dos antecedentes más recientes de “early entry” de extranjeros son los siguientes: en el 2018, Luka Doncic, esloveno, N° 3 y Dzanan Musa, bosnio, N° 29; y en el 2019, Sekou Doumbouya, guineano, N° 15, Gogo Bitadze, georgiano, N° 18, y Luka Samanic, croata, N° 19. Cinco, apenas, entre 60 elecciones de primera ronda en dos años.
Bolmaro, se sabe, no es un talento comparable a cuando Luka Doncic iluminó con su juego a Europa y se descartaba que estaría entre los cinco elegibles del Draft. El cordobés es un joven donde el punto está en descubrir cuál será su techo y, por tanto, cuántos apostadores rodearían la mesa de las apuestas grandes.
Bolmaro, su padre y su agente tendrán tiempo de retirar la postulación hasta el 15 de junio. Tal vez, si no tienen un buen pájaro en mano (bah, un contrato alto que le permita la salida del Barcelona), concluyen que es mejor esperar a cazar a alguno de los otros 29 que andan volando en otra circunstancia.
Cuando sos un joven de 19 años la NBA puede esperar. Si te quieren tanto, de algún modo te van a buscar y vas a poder negociar en mejores condiciones, al menos la primera vez.

Marcelo G. Nogueira