Desde la llegada de Gregg Popovich al banco de los Spurs, la franquicia cambió por completo y pasó de ser una más del montón a ser una capaz de pasar por encima de sus rivales dentro del campo de juego, con una filosofía de juego bien marcada y una actitud innegociable por parte de sus jugadores.

Esto sumado a las grandes figuras que pasaron por el equipo como David Robinson, Tim Duncan, Tony Parker, Bruce Bowen y Manu Ginóbili, llevaron al equipo texano a conquistar sus primeros título en la NBA. Por ese entonces estaba empezando a crecer la fiebre en argentina por el conjunto en el que actuaba el bahiense, pero sin lugar a dudas esta creció cuando se confirmó el arribo del cordobés Fabricio Oberto para el arranque de la temporada 2005/06.

El pívot llegó al equipo que se había consagrado campeón unos meses antes, luego de vencer a los Pistons por 4 a 3 con una gran participación de Manu en las finales, que merecía el premio al MVP de la serie pero que finalmente cayó en manos de Tim Duncan. Pese a eso, el equipo seguía con hambre de gloria e iría por más en la temporada 2005/06.

Tras un gran rendimiento en la etapa regular que les permitió terminar con un balance de 63 victorias y solo 19 derrotas, solo un triunfo menos que los Pistons en la lucha por el número 1 de la tabla general, el foco estaba puesto en la postemporada. Pese a haber vencido a los Kings en primera ronda por 4 a 2, les tocó caer en el séptimo juego de las semifinales a manos de los Mavericks, equipo que cayó en las finales ante Miami Heat.

Tras esa dolorosa caída a manos de otro de los equipos del estado de Texas, los de Popovich hicieron algunos ajustes en la rotación para poder volver a las canchas con la intención de recuperar lo que era suyo. Entre el esloveno Rasho Nesterovic y Nazr Mohammed se habían repartido el protagonismo en la pintura de los Spurs, pero para el curso siguiente ninguno de los dos siguió y todo el peso recayó en Oberto al convertirse en el pívot titular del equipo.

En temporada regular, el poderío fue casi completo por parte de los equipos de la conferencia Oeste. Los Mavericks de Nowitzki, que querían revancha de lo sucedido en las finales anteriores, firmaron una de las mejores campañas de la historia, con 67 triunfos y nada más que 15 caídas. En segundo lugar quedaron los Suns de Steve Nash, con 61 y 21, y terceros los Spurs con 58 y 24. Estos tres equipos habían terminado por encima del líder del Este, que fueron los Pistons con 53 y 29.

Increíblemente, en el arranque de los playoffs los Mavericks fueron eliminados por los Warriors, tras vencerlos por 4 a 2. Este fue un hecho inédito en la historia de la liga, ya que por primera vez desde que se disputan todas las series a siete juegos, el primer preclasificado era eliminado por el octavo. Eso le dio una pequeña ventana a los demás, ya que parecía que ese año no se le escapaba el título a los de Dallas debido al gran nivel desplegado en la etapa regular. Por su parte, los Spurs no sufrieron sobresaltos ante los Nuggets y pudieron vencerlos por 4 a 1.

Con la eliminación del gran candidato del Oeste en la primera vuelta, el duelo atractivo pasaba a ser entre el segundo y tercer preclasificado, que se dio en semifinales de conferencia. En esa llave, los de San Antonio mostraron toda su jerarquía y lograron quedarse con la serie por 4 a 2 ante los Suns para alcanzar las finales de su zona, en la que esperaban los Jazz, que se dieron el lujo de sacar del camino a Golden State.

Pese a que en su plantilla había jugadores de calidad como Deron Williams, Carlos Boozer y Derek Fisher, entre otros, no fue suficiente para frenar al elenco de Popovich, que estaba ante la gran posibilidad de disputar las finales por el título casi sin transpirar. Y, para variar, la franquicia texana no desaprovechó su superioridad: sacaron del camino a los Jazz, los vencieron por 4 a 1 y accedieron a su cuarta final en nueve años.

Del otro lado aparecían en escena los Cleveland Cavaliers de un joven LeBron James, quien hacía su primera presentación en unas finales de la NBA. El hombre que había puesto en el mapa a los Cavs desde su llegada solo tenía un objetivo por cumplir y era el de llevar el anillo a una ciudad que nunca lo había conseguido, una carga muy pesada para un jugador de solo 22 años que estaba llamado a ser el nuevo Jordan.

Sin embargo, en una de las finales más desparejas de todos los tiempos, los Spurs sometieron a los Cavaliers a lo largo de los cuatro partidos que duró la serie y se llevaron el título. El anillo nunca estuvo en riesgo para San Antonio, que ganó el título demostrándole a James que solo no iba a poder contra el largo plantel con el que contaban sus rivales.

Particularmente para Manu fue una gran serie en la que, una vez más, merecía quedarse con el premio al jugador más valioso de las finales. El bahiense promedió 17,8 puntos, 5,8 rebotes, 2,5 asistencias y 1,3 robos en esos cuatro juegos, anotando 27 unidades en el último encuentro, pero se lo terminó llevando el francés Tony Parker, quien fue el líder en anotación de su equipo con una media de 24,5 por juego (27 en el primero y 30 en el segundo).

Por el lado de Fabricio, es destacable cómo fue mejorando con el correr de la temporada y cómo fue aumentando periódicamente su importancia dentro del equipo a medida que iban pasando tanto la etapa regular como las fases de la postemporada. Pasó de estar en cancha menos de 9 minutos en su primer año a elevar ese apartado hasta los 17 en 79 partidos de fase regular siendo titular en 33 de ellos.

Luego, en los playoffs volvió a crecer su presencia en el campo de juego a casi 21 minutos y le agregó 5,6 puntos por juego. Ya en las finales el tiempo se mantuvo, pero tuvo una pequeña baja en la anotación, con 4,3 unidades por encuentro.

Más allá del gran nivel desplegado por los Spurs a lo largo de la temporada, en la que ratificaron que podían modificar a algunos protagonistas pero la filosofía iba a ser siempre la misma, este será el título más importante para los argentinos debido a que dos de ellos estuvieron presentes en el equipo ganador, algo que jamás había sucedido antes ni después.

Sin dudas fue un hecho que marcó un antes y un después en la historia del básquetbol nacional. Más allá de que ya se habían conseguido los dos logros más importantes a nivel selecciones, como lo fueron la medalla de plata en el mundial de Indianapolis 2002 y la de oro en Atenas 2004, este se suma por la relevancia que representa ganar un anillo de la NBA con no solo un argentino, como había pasado en 2003 y 2005 con el propio Ginobili, sino que a este se le suma uno más, Oberto. Si era impensado ver a un argentino campeón de la liga más importante del planeta antes de la llegada del bahiense a Estados Unidos, dos era una completa locura.

Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo