El 8 de agosto de 1990 comenzaba en nuestro país la decimoprimera edición del mundial de baloncesto. La puja por la organización había sido una victoria ante Canadá y Estados Unidos. Desde su concepción estuvo marcado por irregularidades. El sueño de organizar un mundial nació en 1986, durante el mundial de España. Amadeo Cejas, en ese entonces presidente de la Confederación Argentina, propuso que Argentina debía ser sede del próximo mundial, teniendo en cuenta que se cumplían 40 años del primer torneo. Le ganó la postulación a Canadá, Estados Unidos y Puerto RIco. Hizo una oferta de tres millones y medio de dólares a lo que se le sumaron, además, los pasajes y alojamientos de las 15 delegaciones restantes, más 65 personas de la organización y los 200 asistentes al congreso de FIBA.

Pero si hay personas que lo pueden contar de la mejor manera, fueron Marcelo Nogueira y Alejandro Pérez, y lo hicieron en un especial de Básquet Analógico, junto a Carlos Romano, donde contaron todas las historias que marcaron el mundial en nuestro país. Revivilo acá

Las sedes se destinaron a Buenos Aires (Luna Park), Córdoba (pabellón verde del Complejo Ferial), Rosario (Estadio cubierto de Newell’s), Santa Fé (Universidad Tecnológica), Salta (Estadio Delmi, para la ronda consuelo) y Villa Ballester (Estadio de la Sociedad Alemana). El torneo contó con 16 selecciones, divididas en cuatro grupos. La selección Argentina formaba parte del D, donde lo acompañaba Egipto, Canadá y la Unión Soviética.

En la primera fecha, los albicelestes cayeron ante la Unión Soviética (97 a 77), y la «épica» llegó en el segundo partido, ante Canadá, y una remontada argentina (con ayuda de los árbitros, no lo vamos a ocultar) sentenció el 96 a 88 que le permitió al conjunto nacional buscar la ronda de clasificación que se disputaría en Buenos Aires, objetivo que consiguió luego de superar a Egipto en la última fecha (82-65). Ya en la segunda fase, no logró victorias (cayó ante Estados Unidos, Puerto Rico y Australia).

A las historias que ocurrieron fuera de la cancha, se le sumaron las anécdotas históricas que dejaron marcas en el básquet mundial. En la final se enfrentaron Yugoslavia y La Unión Soviética, allí, una bandera croata en medio la celebración fue el principio del fin de la relación entre Vlade Divac y Drazen Petrovic. Un mundial único… con toda la impronta argentina.