En su momento había sido en la Liga Nacional, esta vez en la Liga Argentina, pero parece inverosímil que un equipo llamado Estudiantes no aprenda de los errores que cometió en su historia. Este jueves por la noche, el club informó en su red institucional la decisión de no participar de la próxima edición de la segunda división del básquet nacional.

El plazo límite para la inscripción a la próxima campaña es este viernes 12. Pero el club del centro de la provincia de Buenos Aires tiró la toalla la noche anterior, resignados como si se tratara de un examen imposible de aprobar aún estudiando pocas horas antes.

La institución, amparada en la posibilidad de inscribirse en el Provincial de Clubes, cedió su lugar en el segundo escalón para bajar directamente al cuarto. La situación es casi idéntica a lo sucedido en 2006, cuando el flamante presidente de ese entonces proveniente del golf del club, Oscar González, decidió ceder su lugar en la LNB.

Estudiantes bajó hasta el Provincial, ascendió en 2010 al Federal y en 2014 al viejo TNA, siendo campeón de ambos certámenes. Llegó a pelear por dos ascensos en años consecutivos, pero entró en decadencia en el último par de torneos, aún habiendo hecho una gran campaña en la 21/22 en la que fue cuarto de la conferencia Sur con escasos recursos y un plantel armado sobre la hora.

Esta vez el deterioro dirigencial fue aún más profundo. Con la extraña salida del Vicepresidente 1° Carlos Emiliozzi y el expresidente Eduardo Pugnoloni que oficiaba de Vocal Titular, más otros dirigentes que habían puesto su voto en la continuidad, el hecho de seguir participando de la Liga Argentina se hizo cuesta arriba.

En este caso con la conducción de Juan Emilio Incaurgarat, Estudiantes repitió. De esta manera, el «bataraz» deberá también emular lo logrado en esos ocho años de esfuerzo en las sombras si quiere volver a aspirar a un añorado regreso a la Liga Nacional.

Parece increíble que un bicampeón de la máxima división, también de Sudamérica, usará su estadio con capacidad para 7000 espectadores (el estadio de básquet propio de un club más grande del país) para partidos de PreFederal, clases de zumba y torneos de inferiores de voley. Un gigante al que lo han puesto a dormir, una vez más.