Facundo Campazzo es un chico común, un pibe simple que juega al básquet desde chico y que ama este deporte. Después de muchos años y de levantar varias Copas y Trofeos con Peñarol, hoy está en la mira de varios clubes muy importantes del Mundo. Pero en esta nota, es lo que menos nos interesa.

SUS INICIOS

Empecé a jugar a los 5 años, en el club de barrio porque ahí iban todos mis amigos del colegio. El club Municipal quedaba muy cerca de mi casa. Todos mis amigos de ahora son los que hice en el club en esa época. Estuve hasta los 12 o 13 años y mantuvimos el grupo e hicimos todo el recorrido juntos. Era un equipo de petisos. No teníamos jugadores altos. Poníamos “huevo” y corríamos mucho y de esa manera salimos dos años seguidos Campeones por más que jugaban equipos importantes como Atenas e Instituto. Tal vez me quedó eso marcado hasta hoy”.

En esos años, Facundo recuerda claramente el acompañamiento de su familia. “Siempre estaban en los partidos en el Municipal. A mi me encantaba estar en el club y pasar todo el día ahí. Después pasé a Unión Eléctrica junto con mi mejor amigo Iván Buen Día. Yo quería un cambio y lo hicimos. Nos quedaba lejos el club, entonces nos pagaban el taxi y un par de zapatillas. Íbamos todos los días a entrenar y salimos segundos en el torneo. Yo cuando era cadete ya jugaba en juveniles y en primera y lo disfruté mucho.

De la infancia me quedó pasar a todos por encima. Tratar de morderme los labios e ir siempre para adelante, y si me equivoco, aprender de eso y dar vuelta la página. Eso es lo que me llevo siempre de chico. Yo trato de ganarle a los mejores y a los que tienen talento y los que saben jugar. Eso es lo que más me marcó y trato de traerlo en la actualidad”. Claro que lo hace, se nota en cada partido, siempre que entra a la cancha.

LA LLEGADA A PEÑAROL

“Vinimos con Unión Eléctrica en Juveniles a jugar un torneo en Mar del Plata. También participaban Ben Hur de Rafaela, Peñarol y Matienzo de Córdoba. Yo arranqué mal y después empecé a ganarme el lugar y terminé jugando bien”. Esa actuación iba a ser importante para que después Peñarol se enfocara en Campazzo y lo llamara para reclutarlo. “Me quería ir de Córdoba para crecer en otro lado. Estaba seguro que mi vida era el básquet y mi mamá me apoyó mucho en esa decisión.  Tenía varias opciones de clubes pero elegimos Peñarol, porque estaba Osvaldo Echeverría como entrenador y nos parecía muy bueno.

Facundo recuerda que al principio no fue fácil, sobre todo para la madre porque quería que terminara el colegio. “Llegué tarde a Mar del Plata, en abril/mayo, entonces ese año ya lo perdí. Y al siguiente empecé el colegio y me quedé libre por faltas. No me podía levantar y no iba. Eso, a mi mamá no le gustaba nada pero lo aceptó y sabe que en algún momento lo voy a terminar por ella.

En cuanto al juego, el base de 23 años, después de un período corto de adaptación, comenzó a trabajar con la primera. “Cuando arranqué a entrenar con los jugadores de Liga tenía algunas dudas sobre si iba a poder hacerlo. Por ser  tan inconsciente muchas veces me “pasaba de rosca” y me pegué “la cabeza contra la pared”. Yo quería jugar a la par de los de la Liga y no era fácil. Pero igualmente seguí para adelante, fui caradura y tuve la suerte de tener muy buenos compañeros que me ayudaron”.

En ese momento, entrenaba duro, no hablaba y escuchaba. No decía una palabra. El técnico era Sergio Hernández, que es un padre para mi y él me adoptó como un hijo. También estaba “Tato” Rodríguez, nos hicimos amigos y me ayudó muchísimo. Quería aprender, mejorar y entrenar mucho”, contó Campazzo.

Facundo tiene muy presente el día de su debut en el primer equipo de Peñarol.  “Debuté en la Copa Argentina frente a Ciclista de Junín, jugué 15 minutos ese partido. Estaba muy nervioso, muy “cagado” (típica frase de él)  porque quería hacer las cosas bien. Yo estaba sentado en el banco y “Oveja” (Hernández) no me nombró, me miró solamente. Yo miré para otro lado pero me dijo “¡si, vos nene!”. Me levanté corriendo y entré. Por suerte me salieron bien las primeras jugadas y me aflojé”.

LA SELECCIÓN ARGENTINA

Otro gran paso en su corto recorrido hasta acá, pasa por la Selección Argentina. Cuando habla de este tema, se lo nota con cierto orgullo, con otro tono. “Tuve pequeñas experiencias en Selecciones Juveniles, pero vestir la camiseta Argentina en la mayor es otra cosa. Es hermoso pero es una gran responsabilidad. Debuté en el Sudamericano de Chaco y estaba feliz por estar ahí”

El encuentro con los grandes de la Generación Dorada no tiene desperdicio. “Cuando me encontré con Ginóbili y Scola, tenía mucha vergüenza. En esos momentos soy muy vergonzoso y no hablo. Me acuerdo que llegué un poco más tarde al hotel con Leo Gutiérrez y saludaba con mucho cuidado, sólo con la mano y nada de beso. Y me pasó que a Manu no lo quería molestar y no lo había saludado. Cuando me senté a comer en la mesa, ¿quién se sienta enfrente mío? ¡Manu! Y me dice: “¿Qué hacés, no me saludaste?” Y yo me quería morir, no sabía qué decirle”.

Con el tiempo, el trato con los cracks se fue normalizando. “Después me di cuenta que son super sencillos, te hacen sentir uno más del grupo. Yo estaba en la habitación con Nicolás Laprovíttola y venía a charlar con nosotros, a conocernos. Para mi fue un “lavadito de cabeza” estar con ellos. Me enseñaron a prepararme como profesional, a ver muchas cosas que yo no atendía y ahora lo hago, como es el cuidado de mi físico.

Además, Facundo resalta la importancia de Manu y Luifa adentro de la cancha. “En los partidos, ellos absorben la presión y yo trataba de estar tranquilo. Intentaba reemplazar a Pablo (Prigioni) y que se notara lo menos posible su salida. Él también me ayudó  y me apoyó. No quería cometer errores, hacer mi juego tener contentos a Ginóbili, Delfino y el resto. Mi idea era jugar como lo hago yo, de revulsivo y tener conformes a todos”.

El base argentino tiene un recuerdo que no se lo va a olvidar más. Aquella foto en ese partido histórico para él. En un amistoso en España (previo a Londres 2012), enfrentaba al Dream Team de EEUU por primera vez. Antes de empezar, los miraba y miraba hasta que vino Scola y me dijo “pará de mirarlos que tenés que enfrentarlos y te van a pasar por encima”. Después, empezó el partido y fue distinto. Me acuerdo que lo tapé a Kobe Bryant y después Cris Paul me hizo una falta antideportiva y se me vinieron todos encima. Estaba rodeado por Carmelo Anthony, Cris Paul, Williams, todos…¡Y yo estaba chocho! Lo estaba disfrutando».

EL FUTURO

Campazzo es un jugador muy buscado y él sabe que su futuro está en el exterior para seguir creciendo. Sin embargo, en esta nota no es importante dónde irá a jugar, sino qué es lo que quiere para su desarrollo.  “En lo basquetbolístico, lo que me gustaría es ser lo más profesional posible, tanto en lo físico como en  el juego. Quiero ser los más correcto y disciplinado, un profesional completo. Tengo muchas cosas para mejorar. Y en lo humano, por supuesto quiero ser cada día una mejor persona, pero lo que más me gustaría es poder ayudar a mi familia con el básquet”.

Nota Julián Olmedo

En twitter @juliolme