Gustavo Fernández se desvanece como jugador y quiere revivir la gloria, pero como director técnico, hoy en Boca. Luego del último partido del Xeneize ante Gimnasia en su derrota por 77- 70 en Comodoro Rivadavia, el Lobito cuenta su historia, la cual trasciende lo deportivo, y se mete en lo emocional y personal. Desde Río Tercero por todo el país.
Bajó con ropa deportiva, común, con la sencillez cotidiana. En sus brazos lo rodeaba su cachorro negro. El zoom con vista al Puerto, allí comenzó la charla. La simpleza de un tipo de 49 años que mira hacia atrás, y sabe que ganó 5 títulos de Liga Nacional. En cada club donde jugó dejó una buena imagen y logró festejar seguido. Como entrenador busca lo mismo y transmite esa ambición ganadora que tuvo como basquetbolista.

¿Cuándo fue la primera vez que agarraste una pelota y arrancó el fanatismo?
Empezó a los 3 años. Mi casa natal está atrás del club Sportivo 9 de Julio en Río Tercero, y era el patio de mi casa. A los 5 años era la actividad que estaba dándose, y ahí me empezó a gustar mucho más por el deporte en sí, y porque se viajaba mucho.

¿Cuáles fueron las ventajas y desventajas en tu adolescencia para meterte de lleno en el deporte?
Fueron todas ventajas las que aparecen para insertarte en el deporte. Por ahí, desde los 15 a los 20 años era una época en la que se dejó de lado lo normal de un pibe, que es salir y divertirse. No quiere decir que no me haya divertido, pero el chico tiene que tener un cuidado especial y una precaución porque el físico hay que empezar a respetarlo y a cuidarlo para que aguante el resto de la carrera. No lo veo como desventaja, pero si algo diferente que les sucede a los chicos que desde temprano deciden ser deportistas profesionales.

¿Cuándo fue el momento en el que la cabeza te hizo un click para profesionalizarte en el básquet?
Primero fue el deseo de estar en la primera de un club, después pasó a ser un deseo de poder jugar una Liga Nacional, y luego, cuando vi la posibilidad de casarme con mi actual esposa y formar una familia, pasó a ser un trabajo en el cual uno quiere respaldar ese deseo deportivo, y que se transforme en algo sólido.

¿Cómo fueron tus inicios en el profesionalismo?
GEPU fue el puntapié para llegar a la máxima categoría. Me fui a los 20 años, y fue una experiencia única. Con muchas responsabilidades y mucha presión, porque llegaba casado y con un hijo en camino, entonces era disfrutar el profesionalismo que se me había dado, y empezar a ser el responsable de una familia, así que fue bastante especial. De ahí en más, se fueron dando las cosas normalmente, debido a la consciencia de ser constante. Llegué con un estilo de juego, y lo fui formando a medida que me fui insertando en la Liga Nacional.

¿Qué se siente ser poseedor de 5 títulos de la Liga Nacional?
Es muy gratificante ver hacia atrás, y saber que el paso por la Liga Nacional fue interesante. En el momento no los calificas tanto como cuando terminas tu carrera, y creo que es por la dinámica que lleva la temporada. De hecho, haber conseguido cinco títulos y haber estado en cuatro o cinco finales, daba la sensación de que era algo normal, y cuando hay sequías en temporadas, te das cuenta que no es tan sencillo poder llegar y ser campeón. Me enorgullece muchísimo el esfuerzo que se hizo.

¿Cuál fue tu etapa que más disfrutaste como jugador? ¿Te quedó pendiente algo?
Me hubiera gustado pertenecer a, no solamente pre-selecciones nacionales, sino estar metido en alguna Selección, pero considero que en el momento había jugadores que merecían estar en ese lugar. No lo considero una frustración, pero sí me hubiera gustado que pase.


Como técnico, viviste el ascenso de 9 de Julio de Río Tercero, y llegaste a la final del TNA con Estudiantes de Olavarría el año pasado ¿Cómo afrontas esta nueva etapa?
Estoy asimilándola. Hay un montón de cosas diferentes, sobre todo en juego, calidad y clase de jugadores. Estoy tratando de acomodarme lo antes posible, y siempre sobre una identidad y una idea.

¿Qué opinión te merece la Selección Argentina con esta nueva camada de jugadores?
Me da tranquilidad. Siempre estaba la incertidumbre del final de la Generación Dorada, y la reincorporación que iba a venir. Hay material para que Argentina esté en un buen lugar. Posiblemente tendremos que ser más realistas y saber que, a lo mejor, no se van a lograr las posiciones que nos dieron esos jugadores. Pero han marcado una forma de laburo que eso hace que la Selección siempre va a estar bien.

¿Es utópico pensar en un Gustavo Fernández DT de la Selección en un futuro?
Mi visión siempre es muy corta, ir mirando paso a paso, y hoy quiero asentarme en Boca. Tengo muchas ganas de que nos salgan bien las cosas este año para poder sentirme más sólido en esta nueva experiencia. Aunque uno nunca deja de ilusionarse. Tocar la Selección sería hermoso.

¿Cómo está Boca desde que asumiste hasta hoy?

Por suerte en ascenso. Veo cada vez más instalada la forma de juego que me gusta. Siento más identidad y más conexión con los chicos pese a que todavía no es la que yo deseo. Y por ahora, siempre está la ilusión de poder hacer un buen desarrollo en la Liga Nacional. Espero asemejarnos al equipo que creo que podemos ser: muy competitivo.

¿Sienten el apoyo de los dirigentes después de lo que pasó los últimos años?

Sí, se siente. Apenas tuve reuniones, vi una intención bien clara de apoyar y de poner a Boca en la mirada de todos. Que no se presente el básquet en forma de resultados, sino de continuidad.

Es inevitable no hablar de tus hijos, ¿qué te genera verlos crecer día a día como deportistas, en especial a Gustavo?

Genera orgullo en los dos casos. Soy consciente de lo que significa Gustavo en la posición de número 1 del mundo, sé lo que él desea y sacrifica, pero también de la misma manera lo hace Juan para poder lograr sus sueños y sus objetivos para ser deportista profesional. Obviamente que lo de Gusti tiene otro sabor, porque no es solamente lo que está pasando como deportista, sino que está aceptando un montón de cosas con respecto a la discapacidad, a la inserción, y a romper barreras que nosotros notamos que está iniciando y seguramente van a sacar beneficio otros chicos.

¿Cómo vivís el básquet?

Intensamente, a mi manera. Soy una persona tranquila, pero muy pretensiosa y exigente interiormente, y eso hace que no vea lo positivo, sino lo que falta. Por ahí es el proceso que hay que hacer, sobre todo en esta época en la que las cosas se tienen que acomodar de a poco, pero el básquet me puede. Y tanto la Liga, TNA, Euroliga, y todo lo que haya dando vueltas, lo consumo y me gusta. No me canso. La que se cansa es mi señora, que tiene que soportar muchas horas de esto.

Nota: Tomás Cascallares, estudiante del Círculo de Periodistas Deportivos
Foto: LNB