De pie para aplaudir a un campeón. Más de veinte años después de su debut en la Liga Nacional, Andrés Nocioni volvió a Racing para recibir un homenaje que reunió a más de 600 personas en el Centro Deportivo. Un sector del polideportivo pasó a llevar su nombre y Lautaro Martínez, Matías Zaracho y Maximiliano Cuadra fueron testigos de la emoción de una de las grandes referencias del básquet argentino de todos los tiempos. “Les agradezco mucho por haber venido a participar de esta fiesta”, dijo el Chapu cuando las tribunas explotaban en un grito ensordecedor.


Rompió los esquemas y llegó temprano -mucho más temprano- de lo esperado. No pidió ningún trato privilegiado: sólo preguntó si podía entrar al Cilindro. Caminó por una de las plateas, puso los ojos en la inmensidad del césped y regaló dosis de buena onda para quien se cruzara en su camino. ¿Y después? Más protocolos tirados a la basura. Pasó de refilón por el entrenamiento de una de las categorías menores y avanzó directamente hacia el vestuario de Primera. Entre el asombro y la admiración, el plantel capitaneado por Alejandro Eiguren escuchó las reflexiones de un monstruo de este deporte. “Me movió el piso lo que nos dijo”, contó Maximiliano Segón, una de las figuras del conjunto de Germán Intonio.


El momento llegó. Después de que Lautaro se animara a preguntarle a Nocioni por su experiencia en la NBA. Entraron los futbolistas primero, probaron suerte en el aro y les dejaron paso a Víctor Blanco y a Daniel García, los dos miembros de la comisión directiva que encabezaron el acto. Todos elogiaron el modo en el que la Generación Dorada construyó su prestigio y el presidente ratificó el compromiso de la Academia con un proyecto que apunte más allá del fútbol. Nadie quiso quedarse afuera y varios clubes se sumaron a la propuesta ofreciéndole un banderín de cada institución al dueño de los millones de aplausos.

Para el final quedó el descubrimiento del cartel  que le pone sello propio a una de las tribunas. Fue algo accidentada la maniobra pero nada alcanzó para borrarle la sonrisa al Chapu. El mar de buena predisposición cerró con una serie de selfies que de inmediato inundaron las redes sociales. Racing se dio un gusto inolvidable que será recordado por generaciones. Había que estar a la altura de un gigante y eso es lo que pasó: el legado del Chapu ya forma parte de esta historia.

FOTOS: Paola Lara.
Nota: prensa Racing