Llevando la bandera de su querida tierra del litoral argentino, comenzó al revés de casi la mayoría de los comunicadores vinculados a este deporte.
Empezó haciendo boletines de noticias en LT9 y luego borde campo en el fútbol.
Pero con el tiempo, empezó a cubrir el básquet local, regional, nacional e internacional.
Ese camino, evidentemente necesitaría de una palabra: convencimiento. Y a su vez, de otra palabra más que necesaria y se trata del factor humano: ser bonachón, humilde y compañero.
Nadie puede hablar mal de Pepe. Perdón, era cabrón, si. Pero quería ganar hasta en la bolitas con sus equipos. Ya sea Santa Fe en el Argentino, Unión en la Liga, Colón, Equipo de la Ciudad, y ni que hablar que mataba por la celeste y blanca.
Fue el único tipo que Flor Meléndez dejaba entrar al vestuario. Eso se gana por nada mas y nada menos que ser buena gente.
¿Si Pepe quería despedirse del básquet? Ni a palos. En 2013 en Córdoba, con el ascenso de Unión al TNA le agarró un ACV y cuando despertó lo primero que le dijo a sus más íntimos: «¿Ganaron estos boludos?».
Puedo contar miles y no soy el único. El pepe es de la gente, del vecino de la ciudad, el peronista de Perón pero admirador de todo aquel que hacia cosas lindas por su Santa Fe.
Lo disfruté mucho, lo valoraré toda mi vida y lo extrañaré horrores.
Una de sus frases, «queridos oyentes y demás compañeros, tengan augurio de una noche feliz».
Le faltó el último viaje, 7 mundiales, y de todo.
Lo espera su Jesucristo, para que difunda por aquellos lares del cielo este deporte que tanto amamos.

¡Buen viaje Pepe Grandinetti!

Nota: Diego Vergara