Jesús Cruz es un escolta de 1,95 mts, nacido en Puerto Rico el 12 de febrero de 1998. Está a punto de afrontar su última temporada en la NCAA, en la Universidad de Fairfield, donde estudia Comunicaciones. Este miércoles, pasó por los micrófonos de Paso Cero, por UcU Web Radio.

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“Estoy en Carolina, en Puerto Rico, desde que empezó la Pandemia, que se fue moviendo por Estados Unidos, así que estoy acá en casa hace 5 meses. Por suerte pude irme antes de que explotara el virus allá”.

“Estoy entrenando, el primer mes no fui a la cancha, sino que entrenaba en casa o por Zoom con el equipo de la universidad, pero ya estoy yendo a la cancha casi todos los días, y pude mejorar durante la pandemia, que es lo importante”.

“La pandemia me agarró en un momento importante, porque estoy entrando en mi último año de carrera universitaria. Es muy probable que haya complicaciones en la próxima temporada, y que sea más corta. Vamos a jugar sin fanáticos. Los dirigentes y la administración de la NCAA nos dicen que se va a jugar si o si, y para eso me estoy preparando, porque no sabemos cuando van a volver las cosas. Quiero estar listo, preparado y a ver si puedo explotar el último año en la NCAA”.

“Son 4 años de elegibilidad para jugar el deporte. Hay veces que no podes jugar un año, debido a un cambio de escuela o lesión, pero ese año te lo devuelven. Para los deportistas de primavera, que no pudieron jugar por el COVID-19, les devolvieron el año. Son cuatro años que uno trata de sacar el mayor provecho, y mucha gente dice que son de los mejores años de tu vida, y estoy de acuerdo con eso”.

“Después de terminar de jugar aspiro a ser un dirigente de la NCAA, y eso me ayuda a comunicar con los jugadores, personas de la escuela, y es algo que me gusta mucho”.

“Cuando entré en la Universidad, en primer año, no estaba decidido qué seguir, y estaba pensando en estudiar negocios. Fairfield es de las mejores en el país, en lo que respecta a negocios. Cuando vi la dinámica entre dirigentes y jugadores, los camerinos, las prácticas, me di cuenta que me gustaba eso del dirigente, y que me gustaba el baloncesto más de lo que pensaba”.

El deporte y el estudio van de la mano acá. Tenés que tener un alto promedio de notas. Estudié siempre en instituciones muy conocidas y de buen nivel académico, y eso fue muy importante para mi para poder llegar a donde estoy hoy”.

“En Miami crecí mucho como jugador porque mucha de la producción caía en mí, tenía que anotar y rebotear mucho, defender al mejor del otro equipo. Ese equipo, al no ser tan bueno, me dio espacio para crecer. En Miami me ‘pulí’. Aprendí a trabajar duro de verdad, yendo al gimnasio, a correr mucho más. Y ahí empecé a pensar: ‘Ah, mira, puede ser que sea muy bueno en esto y pueda llegar a lugares lejanos’”.

“Ese año nos fuimos con otro puertorriqueño, sin mis padres, a la casa de los suegros de un dirigente. Teníamos que cocinar, lavar nuestras ropas. Tuve que independizarme, y crecí mucho como persona, como estudiante y como jugador de baloncesto. Estoy sumamente agradecido que pasé por eso”.

“No vuelvo mucho a Puerto Rico. Desde que empecé la Universidad han pasado 3 navidades y he venido solamente una. La pasada navidad vine por dos días. Es un sacrificio estar muy lejos de tu familia, de tu casa, de tu país, de tus amigos. Yo vuelvo dos semanas en verano, y estoy mucho tiempo allá estudiando”.

“La decisión para elegir la universidad fue fácil, porque fue la única oferta que tuve de la División I. Estaba en el campamento de entrenamiento con la Selección Nacional, en rumbo al mundial U19 del 2017, y no tenía universidad todavía. Y me contactaron con un dirigente de Fairfield, y yo le mandé unos videos. Después me llamaron para hacer unas pruebas. Fui por dos días, y ahí mismo me ofrecieron, y después de una hora, me comprometí con la Universidad. Estoy bien agradecido que fue la única porque Fairfield ha sido un lugar perfecto para mí. Lo único que puedo decirte es el frío del lugar”, comentó entre risas.

“La Selección es lo más grande. Jugar con mi país es lo mejor que he hecho, donde más me divertí jugando baloncesto. No es para quitarle nada a Fairfield, pero es otra cosa cuando uno tiene las letras de su país en el pecho, su apellido en la espalda, el de tu familia”.

“Después de mi primer año universitario iban a hacer un equipo para la selección mayor de jugadores de Universidad, para empezar a darnos tiempo de juego y experiencia, para saber cómo es el nivel en los equipos de Selección adulta, y por un inconveniente no sucedió así. He tenido pocas charlas con el cuerpo técnico, y se que me tienen en mente, y yo los tengo en mente a ellos”.

“En la NCAA es un baloncesto que se juega muy duro. Los dirigentes exigen mucho a sus jugadores a dar el máximo esfuerzo. Se estudia mucho el juego, hay que defender, hay mucho video, se juega mucho con los números. Si alguien no tira bien de tres le damos espacio. Es un juego muy detallado y hay que ser muy inteligente. Los equipos practican 365 días al año, es un juego muy fuerte”.

“La meta con el equipo es ganar la conferencia para poder ir al ‘Baile’, el March Madness, siempre luchamos para eso. Mi meta individual para el próximo año es jugar lo mejor posible, porque este año se deciden cómo van las cosas y qué equipos profesionales me ven. Quiero subir todos mi números, quiero tener el mejor año que he tenido y nos estamos preparando para eso”.

“He jugado contra bastantes jugadores que están en la NBA, tanto en Universidad como en torneo FIBA. Jugué contra Trae Young, contra Michael Porter Jr, Jamal Murray, y estaban en un nivel tremendo”.

“Yo quiero seguir jugando hasta más no poder. Quiero que ese balón me de frutos, me de cómo vivir, porque quién no quiere vivir de lo que ama. Ese sería mi trabajo ideal. El mayor sueño es la NBA, como todo baloncestista. Me gustaría jugar en muchos países. Gracias a los torneos de FIBA viajé a varios países, y me gusta conocer otras culturas. Me gustaría jugar en Europa, Sudamérica e incluso Argentina sería un buen lugar”.

“Al Draft yo podía entrar ya después de mi primer año. Estoy esperando a terminar la universidad, y ahí espero que haya acercamientos de equipos de la NBA para jugar la Summer League o en la G-League, para seguir mejorando y ver si puedo entrar en algún momento a la liga del mundo”.

“Uno a veces se enfrenta a jugadores de primer nivel, y piensa ‘¿por qué si ellos pueden yo no?’. Eso me ha pasado mucho en torneos IFBA, donde se ven jugadores reconocidos, con más proyección, y después jugás par a par, y pensás ‘¿por qué no tengo el mismo reconocimiento?’. Esa es una gran motivación”.

El baloncesto argentino… Nunca jugué contra Argentina en los torneos Mundiales o Premundiales. Jugamos amistosos 3 años diferentes. Nos quedamos en el CeNARD, antes del Premundial en 2016, y jugamos contra ellos. Tienen un juego fino, pero son muy duros. Me acuerdo de Máximo Fjellerup, que ahora está en la adulta. Me acuerdo de Aliende, Facundo Corvalán, y Lucio Delfino”.