Hasta los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, el Team USA nunca había podido presentar en su equipo jugadores profesionales provenientes de la NBA, la gran liga que dominaba el mundo desde sus orígenes. Eso no les impedía llegar al podio, aunque en ciertas oportunidades los privó de alcanzar el oro y eso hizo que para la cita en tierras españolas se rompieran algunas barreras.

Tras la medalla de bronce obtenida en Seúl 1988, parecía que era hora de dar un paso adelante para la NBA en busca de continuar con la expansión y llegó el turno de formar parte de la élite de los torneos de selecciones. El objetivo estaba claro y era recuperar el primer escalón del podio con los mejores representando a su país.

Para lograr eso primero había que votar en FIBA para que los jugadores profesionales pudieran participar de los JJOO, decisión impulsada por quien era el comisionado de la liga, David Stern. Esto se alcanzó en abril de 1989, cuando en una reunión presidida por Borislav Stankovic se determinaba casi por unanimidad que los basquetbolistas de tiempo completo podrían estar presentes en la cita olímpica. ¿Por qué fue casi por unanimidad? Porque votó en contra de esta medida el representante del comité olímpico soviético, los encargados de eliminar a los norteamericanos un año antes.

Una vez alcanzado esto, el siguiente paso estaba bastante claro, que era seleccionar un cuerpo técnico y a los mejores jugadores. El director técnico elegido fue Chuck Daly, quien había ganado el anillo de campeón de la NBA dirigiendo a los Bad Boys de Detroit. Su premisa era clara y así lo había demostrado cuando le tocó estar al frente de los Pistons: era el indicado para liderar a un grupo de egos enormes, además de grandes deportistas.

Quedaba lo más difícil, que era elegir a los 12 que iban a tener la obligación de quedarse con el oro en Barcelona. Para esto, y para agregarle un poco de emoción a la elección de los jugadores, el 21 de septiembre de 1991 Daly entregó una nómina de 10 basquetbolistas preseleccionados que iban a participar de los juegos, dejando la puerta abierta a otros dos que serían confirmados con el correr de la temporada.

El armado del primer equipo no fue sencillo ni estuvo exento de polémicas. Hubo grandes dudas respecto a si Magic Johnson y Larry Bird estaban en condiciones de formar parte del equipo. No porque su calidad no estuviera presente, sino porque el hombre de los Lakers estaba muy cerca de su primer retiro casi sin saberlo, mientras que el de los Celtics transcurría su última temporada en la NBA y en varias oportunidades había manifestado que su espalda no era la misma que la del joven que había maravillado a todos durante los ’80. De todas maneras, los protagonistas de una de las amistades más fuertes de la liga no se iban a perder la posibilidad de agregar un capítulo dorado a sus respectivas biografías.

Posteriormente estaba la incógnita acerca de la ausencia de Isiah Thomas, el base que a Daly le había dado sus dos títulos unos años antes. Claro, era el líder de un equipo que se caracterizaba por el juego brusco contra los rivales y uno de los que más los había sufrido era la figura indiscutida de la liga, Michael Jordan, con quien era incompatible. Además, desde que Magic anunció dos meses más tarde que era portador de VIH, él mismo se terminó de cerrar las puertas al oponerse a que el base, quien ya había sido convocado para el Dream Team, siguiera en la liga estadounidense además de declarar abiertamente que el sida era una enfermedad de homosexuales. Tenía a dos pesos pesados en su contra y eso claramente no lo favorecía.

Los diez elegidos un día como hoy pero de 1991 fueron: Magic Johnson, Charles Barkley, Karl Malone, John Stockton, Patrick Ewing, David Robinson, Larry Bird, Chris Mullin, Scottie Pippen y Michael Jordan.

Finalmente todo se reducía a los dos puestos vacantes, de los cuales uno sería utilizado para convocar a un jugador universitario con el propósito de mantener viva la esencia del amateurismo en un equipo plagado de estrellas profesionales. El número once en entrar al equipo fue Clyde Drexler, quien terminó segundo en la votación por el MVP de la temporada 91/92, un claro merecedor de ese lugar.

Conociendo la historia posterior, es difícil entender cómo no fue llamado en el puesto número doce de ese plantel a Shaquille O´Neal, pero lo cierto es que Christian Laettner también había hecho méritos suficientes para estar ahí (dos títulos en la NCAA con Duke). Sin embargo en el draft de 1992 Shaq fue elegido primero y Laettner tercero, aunque ya era tarde para cambiar, el juego olímpico estaba a la vuelta de la esquina.

Todo lo que vino después es historia conocida. El Dream Team no le dio chances a sus rivales en el Torneo de las Américas en Portland, al igual que en su regreso a lo más alto del podio olímpico. Tal fue su dominio en Barcelona que venció en promedio por 44 puntos a sus rivales, algo nunca antes visto y mucho menos en el torneo de selecciones más importante del planeta.

Gracias a la habilitación de los jugadores de la NBA para poder participar de los JJOO, el Team USA se quedó con todos los oros que se repartieron desde ese entonces a excepción del de 2004. Una clara muestra de que son pocas las chances de vencerlos cuando ponen en cancha lo mejor que tienen, y menos cuando presentaron un plantel que posteriormente fue inducido al Salón de la Fama.

Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo